Ciénagas de odio

Poema ulterior

He engendrado un poema.
En el sueño del alba
las formas grises eran
mi ultraje, mi anatomía
de cuerpos rompiéndose.
Bajo un velo ilusorio
rayé los días del hombre,
los postreros días desiertos.
Ya las grietas, ya el intrincado
estupor de ser me había interpelado
en la urgente calle, poblada sin dudas
de rostros apócrifos, entreverados
y multiplicados por las largas
diagonales del miedo.
¡De cuántos he sido,
ninguno más monstruoso y cierto
que aquello que soy ahora!
Mas quisiera vislumbrar,
en la antesala del último día,
unas manos, un pájaro.
Pero más fácil es confundir la noche,
enhebrar una arboleda del tamaño del mundo,
y enlazar, desde lo secreto e intrínseco,
tus poderosas manos de odio.

                                     Luciano Martín Guigovaz